viernes, 28 de mayo de 2010

Paraíso

Desde el momento en que la vi, supe que era mi vida entera. Sólo una mirada bastó para que mi corazón se llenara de fuego y ardiera toda mi vida. Para mi siempre será la mujer más hermosa del mundo, nunca nadie se pudo comparar con ella. Mi mujer...sin duda ella es mi mujer.

La primera vez que la vi yo tenía 22 años, acababa de graduarme de la universidad y mi empleo no era bien pagado, pero vivía bien, gracias a mis padres. Fue en un bar en la Ciudad de México, ella iba vestida con botas doradas, lo recuerdo, botas doradas y pantalones negros ajustados, blusa negra que le llegaba abajo de la cintura y encima un saco negro. Era lo más sexy que había visto en mi vida. Fumaba un cigarrillo fuera del bar donde yo estaba con mis amigos. Salí para intentar hablarle y mientras salía del bar intercambiamos miradas sonreí, nervioso y cuando ella iba responderme la sonrisa su pareja la tomo de la cintura y la beso, ella trataba un poco de apartarse, parecía molesta por algo, pero el tipo logró convencerla y la tomo entre sus brazos para besarla. Yo sólo me quedé viendo, disimulando una llamada telefónica entré el bar de nuevo y pedí una cerveza. Mi corazón estaba triste, no fue algo normal.

No la volví a ver un un tiempo, que no fue largo realmente. Yo era un joven apasionado por el arte, en especial por la fotografía, así que llevaba mi cámara conmigo a cada lugar que iba, y realmente quiero decir a todas partes. No importaba si fuera al baño, al mercado, a la iglesia, al veterinario, yo llevaba a todas partes mi cámara y tomaba foto de todo y a todos. Tenía en mi colección miles de fotos de perros, de flores, de lugares, de gente que conocía en cualquier lugar, en fin amaba la fotografía. Mi meta era ser un fotógrafo reconocido en el mundo del arte, pero para financiar mi sueño trabajaba en la publicidad, así que... era algo así como una puta de la publicidad que vendía sus servicios y talento a cambio de dinero. Pero me iba muy bien, estaba logrando mis metas. Tenía una casa en coyoacán con un enorme jardín, y un automóvil deportivo. Me iba muy bien tuve varios reconocimientos por imágenes publicitarias y de moda.
Las fotos que mas me gustaban eran donde intentaba representar al amor, creo que la fascinación por ese tipo de representaciones fue gracias a que yo no conocía el amor de pareja, jamás en mi vida tuve novia... Sí lo sé, que patético, ¿no? Pero no fue porque yo lo hubiera escogido nunca se había dado, toda mi vida fui rechazado por las mujeres. Desde la secundaria que fue cuando empecé a despertar en los mundos del amor y la calentura, nadie me hizo caso. Decían que era muy raro, que sólo querían mi amistad. Siempre fui el amigo, jamás le novio y nunca el amante. Me tachaban de raro, porque todo el día escribía en mis cuadernos y tomaba fotos, además no fumaba ni tomaba y era malo para los deportes. Así que mis opciones eran realmente reducidas. Pero el sentimiento que venía a mi cuerpo cuando veía el amor de pareja era muy fuerte y me obligaba a sacar las mejores fotos. De jóvenes, de niños y hasta de abuelos besándose, eran mi tema favorito. Y aunque me sentía solo, nunca me deprimí porque su felicidad, se volvía mía al ser participe de esos momentos tan especiales.

Un día iba paseando en bicicleta en la colonia condesa, con mi perro Hulk, un bulldog francés blanco con una enorme mancha negra sobre el ojo derecho. Era un día normal planeaba pasear en bici, tomar fotos y tomar café con algún amigo por ahí. Todo parecía normal, hasta que vi unas botas doradas caminando hacia mi, sólo veía las botas porque iba cuidando a Hulk, para que no se atravesara en el camino de la bicicleta. Al principio no se me vino a la mente el recuerdo de esa mujer, sólo pensé algo así como: 'Oh que lindas botas' y seguí pedaleando hacia ella, hubo un momento donde la perdí de vista y fue justo ahí cuando recordé donde había visto esas botas. El flashback fue tan claro y me distrajo tanto que casi me estrello contra un árbol. Esquive con reflejos gatunos el árbol que de la nada se atravesó en mi camino y caí de lado, en seco y la bici por inercia calló encima de mi y para empeorar hulk huyó despavorido. Me levanté corriendo a toda velocidad aunque no era muy rápido realmente, porque me dolía todo el cuerpo a causa del golpe. Corrí tras mi perro gritando: '¡Huuulk!, ¡Huulk ven acá!. Al poco tiempo lo encontré sentado frente a una banca donde estaban las mismas botas doradas. Me puse nervioso antes de levantar la vista. Tomé un gran respiro antes de voltear...y... sí era ella... en ese momento el tiempo se detuvo ante mis ojos, no podía ver nada más que sus hermosos ojos miel que hacían juego perfecto con su piel dorada y su cabello castaño. Juro que el tiempo se paralizo, todo se quedó estático cuando sus ojos miraron los míos. Me acerqué torpemente a ella sin hablar, sólo podía ver sus ojos, cuando finalmente preguntó sonriendo.
- ¿Éste es hulk?
- ¿Qué?
- ¿Es tuyo?- dijo señalando al perro
- Ah sí, perdón, es Hulk tiene apenas un año de vida.
- ¡Está hermoso! yo quiero un perro así.
- Si quieres, es de los dos - dije instintivamente aunque después, al notar lo que dije me puse nervioso y creo que me sonrojé.
- jaja...ok - contestó con una sonrisa nerviosa
- ¿Eres de por aquí? - pregunté... ¡Hey, no se me ocurrió otra cosa!
- Hummm... si y no
- ¿Cómo que sí y no?
- Sí, trabajo por aquí, pero no vivo por aquí.
- ¿Enserio? y ¿en qué trabajas?
- Soy modelo y trabajo en una fundación de protección a los animales.
- ¡Wow! ¿Y cómo es que no tienes perro?
- jajaja - río
- ¿De qué te ríes?
- Nada, es sólo que siempre que digo eso la gente se limita a preguntar sobre el modelaje, me alegra conocer a alguien que no es tan superficial.
- Ah sí bueno, es que amo a los animales y además soy fotógrafo, así que ya estoy acostumbrado.
- ¿Fotógrafo y amante de los animales, eh? Y eres soltero jaja - dijo coquetamente y mi corazón sonrío por dentro.
- Pues... sí, de hecho soy soltero, no tengo perro que me ladre... bueno sólo hulk y ni me ladra.

Reímos juntos un rato y platicamos durante horas sin notarlo, al final le pedí su número y se fue caminando, dijo que se encontraría con unos amigos por ahí. Me despedí de ella y la vi alejarse, fue tan poético, díganme cursi y lo que quieran, pero su caminar era como de un ángel, suave, lleno de confianza, pero sin llegar a la arrogancia. Era la mujer perfecta. Aunque... ahora que lo pienso, no sé su nombre. ¿Cómo demonios le iba a hablar si no sabía su nombre?... ¡Carajo!






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