lunes, 17 de mayo de 2010

Con un movimiento violento azotó la puerta y aventó la mesa. Estaba devastado. Seguía sin querer enfrentar la realidad. Ella se había ido para no volver jamás. Su cabeza daba vueltas pensando en cómo fue que sucedió, pero era inútil, nada cambiaría el presente.

Desesperado se dejó caer al suelo, llorando, las lágrimas nublaban su vista totalmente, el arrepentimiento robó sus pensamientos... ya nada serviría.

Ella se fue y lo dejó solo, devastado. Ahora día a día el vivirá la vida, recordando los momentos que vivieron juntos y que lo hicieron tan feliz, porque, gracias a ella conoció la felicidad.

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