miércoles, 27 de julio de 2011

No es una historia de amor.

Desperté como siempre: desnudo en una casa que no conocía, con una mujer que no reconocía, con el condón todavía puesto y una cajetilla de cigarros a lado de mi cara. Así que me senté en el colchón de la casa desconocida, encendí un cigarro y alcé las sábanas para ver a mi acompañante. Nada mal, eh, digo para una perfecta desconocida. Tenía un culo muy lindo.

Me levanté hacia la ventana para fumar mi cigarrillo. Intentando recordad qué había pasado anoche. Todavía tenía las bolas al aire. Observé a la gente pasar. Todo parece tan ajeno a uno, si lo ves desde arriba. Es como si fuéramos Dios. Sí, seguro así nos ve Dios,nos observa desde el paraíso y le parecemos ajenos a él. Me lo imagino fumando un puro en un trono y exclamando "pero qué cagada". ¿De qué otra manera explicarías la mierda de mundo en que vivimos? Es simple, a Dios le vale un culo.

Me volví hacia mi acompañante, quien empezaba a despertarse. Por fin le vi la cara y era muy linda, de hecho. Me sorprendí, generalmente me involucro con mujeres con cara de espanto, pero ésta era muy linda. Tenía unos ojos azules enormes, piel blanca y pecas en la nariz. Un tatuaje de corazón adornaba su hombro derecho, sus senos eran del tamaño perfecto y sus pezones rosas como... como la pantera rosa. Tenía un abdomen plano, torneado y el pubis ligeramente crecido. Eso es lo que más me gustó. Su pubis a medio crecer. Hay algo en las vaginas calvas que me provoca conflictos, ¿saben? siento como si estuviera cogiendo a una niña. Me repugna. En cambio, con un pequeño forraje, todo se siente bien, natural.

Abrió los ojos lentamente, volteó a verme y sonrío. Después se percató de que estaba desnudo y se sorprendió un poco. Me dijo - ¡Hey, ten un poco de pudor, cabrón! y le contesté - Sí, disculpa. No creo que sea muy placentero despertar y que lo primero que veas sea un par de bolas al aire. Río de mi broma y se puso las bragas. Yo me puse el pantalón que estaba tirado en el suelo y prendí otro pitillo.

- Seguro no recuerdas nada, ¿verdad?
- ¡Claro que sí! - mentí.
- Entonces, dime cómo me llamo.
- Mmmhhh... ¿Erika?- pregunté al azar.
- ¡Wow! pensé que no te acordarías...
- Ah... claro que no.
- Pendejo, me llamo Fabiola.
- ¿Sí? Juraría que te llamabas Erika.
- Olvídalo, voy a desayunar, ¿gustas?
- Claro que sí, te ayudo.
- Nah, quédate aquí. Ahora vuelvo.
- Ok.

Me acosté de nuevo en el colchón y prendí la television. Pendejadas, había pura pendejada en la televisión. Tal vez sería porque Fabiola no tenía cable. Le dije: ¡Eh, por qué no tienes cable, acaso te gusta la mierda que pasan en televisa?. Ella contestó: ¡Claro que no, de hecho no veo tele. Más bien veo películas , ¡cagón!. Me reí por su insulto. Me pareció muy gracioso, aunque no podía evitar sentirme ligeramente molesto porque me insultaba. ¿Qué le había hecho?, pensé. Después recordé que tuvimos relaciones y ni siquiera recordaba su nombre. Lo que me recordó. - ¡Oye! y tú..- ¿sabes cómo me llamo? - ¡Ni puta idea!, contestó. Esperé a que regresara a la habitación para reclamarle. Pequeña cagona, pensé. ¿Por qué me la arma de pedo si ella tampoco sabe mi nombre?.

- Ya volví, hice huevos revueltos. Ven a la cocina.

Me levanté todavía sin playera. Ella vestía bragas y una blusa blanca que dejaba ver el color rosado de sus pezones. Me senté a la mesa. Era pequeña, apenas para los dos. Probé los huevos enseguida, tenía un hambre del carajo.

- Oye, muchas gracias por el desayune, eh, no tenías que molestarte.
- Tú tampoco tenías que acceder, ¿sabes? generalmente la gente dice: 'no gracias, no te molestes'
- Lo siento, es que en verdad tengo muchísima hambre.
- Nah, no te preocupes, es broma.
- Oye... ¿por qué te encabronas conmigo si ni siquiera tú recuerdas mi nombre?
- Sólo estoy jugando contigo, culón. Sé que te llamas Jonás.
- Ah... - no supe qué responder.
- No te preocupes, después del desayuno te cuento la historia.
- ¿Es interesante?
- Si no fueras interesante, no estarías aquí, cariño.

Los dos desayunamos bromeando y riendo. De vez en vez, no podía evitar mirarle los pezones. Aparentemente le había dado frío, ¿saben?. Uno no se puede hacer el ciego, por más caballero que sea un hombre, no puede evitar mirar un par de tetas. Pero, admito, que esta vez no estaba interesado en sus tetas. Realmente me interesaba ella. Su sonrisa iluminaba la habitación, de hecho, ni siquiera había registrado la habitación. No la describiré porque no es importante. Sólo diré que su decoración era de muy buen gusto, tenía cuadros de Warhol, Lichenstein y unos viniles de Banksy. Ok, ya se los describí un poco, ¿contentos?. Mientras más hablaba, más me perdía en sus labios, en su risa, en su mirada. Carajo, creo que lo que siento por ella es más que una buena follada. Creo que me gusta, o sea, para mi. Para ser mi pareja.

Parecía quinceañera viendo una foto del culón de Crepúsculo, ¿ya saben cuál? el mamado ese que sale sin playera todo el tiempo. Así me sentía. Cualquier cosa que hacía me parecía lo más hermoso del universo. Si reía, si se sacaba un moco, si le ponía catsup a sus huevos, si hablaba con la boca llena. Me sentí ridículo e intenté controlarme, no quería que lo notara.

Por fin, terminamos de desayunar y me dijo: lo prometido es deuda, cariño, he aquí toda la historia:

Anoche fui de peda con unas amigas, ya sabes, era "noche de chicas", lo que en realidad es un pretexto para ligar con cuanto cabrón se acerque. Pero yo no soy así, ¿sabes?. Diez de cada diez cojonudos que se me acercan resultan ser pendejos. Existen tres tipos predominantes: el mirrrey, que se siente el más atractivo del lugar y trata de impresionar contando sobre sus viajes a europa, o sobre cuánto dinero tiene papá. Esos particularmente, me dan asco. Además existe el cagadito, el típico hombre que intenta ligarte por medio del humor. Algunos son chistosos, ellos me divierten, además si te ríes de sus bromas, te invitan los tragos. Y después están los "rockeritos", una bola de pendejos. Son igual que los mirrreyes, pero con ropa diferente. Hablaban de que conocieron a no sé que productor, o que son amigos de no sé qué banda. WEBA.

- A todo esto, ¿yo que soy?, le pregunté.
- Tú no eres ninguno. Eres cagado, pero no cagante. Eres rockerito, pero no esnob y de mirrrey no tienes nada. Sólo lo cagón.
- ¡Hey! ya para, nena, deja de insultarme. ¿Hice algo que te enojara?
- Sólo bromeo, tranquilo. ¿Cómo quieres que te diga? ¿amor, bebé, cariñito?
- No estaría mal, ¿sabes?
- Jajaja, está bien, te diré culonsito, ¿te parece?
- Como quieras. Ya me da igual.
- Como sea, te contaba...

Bebía con mis amigas y uno que otro idiota que se acercaba con intenciones de follar. Mis amigas sí son putas, la verdad. Así que no tardaron en encontrar a algún mamón para divertirse. Entonces, me quedé sola. Seguí bailando, mientras la banda tocaba. Cuando se despidieron y tocaron la última canción, te vi. Estabas un poco ebrio, no mucho. Fumabas un cigarrillo, mientras hablabas con una zorrilla. Te sonreí, porque pensé que eras guapo, y además me gustaba tu forma de vestir. Pensé que eras un tipo con actitud y te seguí sonriendo. Aparentemente, lo notaste, pero eras demasiado marica, para dar el primer paso. Así que, cuando fuiste a la barra, me senté a tu lado y te hablé.
- Hey, están bien padres tus botas.
- Ah... gracias, contestaste nervioso.
- ¿Tienes un cigarro?
- Sí claro. Buscaste en tu saco, peor no encontraste nada.- ¡Puta madre! ya se me terminaron, ¿me acompañas al oxxo por otra cajetilla?
- Bueno, te contesté y salimos del lugar.
Una vez fuera, me dijiste: - La verdad tengo la cajetilla casi llena, pero quería hablar contigo donde pudiera realmente oir tu voz.

En ese momento, me ganaste, ¿sabes?. Nadie me había dicho algo así. Fue un halago, sin referirte a mi físico.
- Ah, y ¿por qué quieres oírme, te parezco interesante?
- Tremendamente, me preguntaba por qué me sonreías, y después noté que estabas sola. Así que me deshice de la mujer que me hablaba y fui a la barra, pensé que te encontraría ahí.
- Qué listo, eh. No tienes cara. - dije en broma.
- Lo sé, mi cara es engañosa. No soy tan pendejo como parezco.
- Oye y ¿cómo te llamas?
- Jonás, ¿tú?
- ¿Jonás? nunca había conocido a nadie con ese nombre. Es lindo.
- ¿Te parece?
- Sí, por qué, ¿no te gusta?
- Sí, claro, me da personalidad.

Seguimos hablando un rato de nada y me sorprendió que no intentaras seducirme. Te recordé lo del cigarrillo y fumamos un rato. Después te invité a mi apartamento, pero dijiste que tenías que llevar tu carro. Yo reí porque estabas muy ebrio para manejar. Así que te propuse manejar yo, accediste de in mediato. Yo no llevé carro, así que no había problema. Antes de llegar a mi casa, pasamos por un Jack Daniel's y hielos. Subimos y todavía no intentabas seducirme.

-Sí, de eso sí me acuerdo- interrumpí - No tengo un black out, nena. Sólo no recordaba tu nombre. Todo lo que has dicho, lo recuerdo bien. Y déjame te digo que desde que te vi, quería besarte, pero me parecías tan intrigante, que no quería arruinar el momento.

- Me gusta contar historias, déjame seguir.

Así que subimos en el elevador a mi apartamento y serví dos vasos con whiskey. Te pregunté qué música te gustaba, y contestaste: The Kills, ¿tienes algo de ellos? Y te contesté que era fanática de Alison Mosshart y puse "Tape Song". Acto seguido, me senté en el sillón, junto a ti y brindamos. Seguimos bebiendo y haciendo preguntas, ya sabes, conociéndonos. Me pareciste encantador, ¿sabes? Eres un hijo de puta muy afortunado. Después de varios tragos los dos estábamos hasta la madre de borrachos. Te invité a dormir y tú dijiste que no querías molestar, que te quedarías en el sofá. Yo te dije que vinieras conmigo. Fuimos a mi habitación y te quité la ropa. Cuando te desabotonaba la camisa, me miraste a los ojos y me besaste. Fue maravilloso. Entonces nos empezamos a excitar y planeamos tener relaciones. Incluso te pusiste el condón - al momento recordé que todavía lo traía puesto y sentí vergüenza- pero me detuviste. Dijiste: "No, quiero acordarme de ti, de tu cuerpo. Esperemos a que estemos sobrios." Me pareció lo más tierno que había escuchado en mucho tiempo y accedí. Así que, tranquilo, tigre. No pasó nada, sólo dormimos juntos.


- Interesante, dije.
- ¿Sólo eso tienes que decir?
- No, déjame terminar.... Interesante, por lo que me cuentas y lo que yo recuerdo. ¡Jamás me dijiste tu nombre!
- Oh, sí, es verdad... jaja. Lo siento culonsito.
- Está bien. Suele pasar.

Los dos nos miramos sin decir nada por unos segundos. Hasta que ninguno de los dos lo pudo evitar y nos besamos, como si nunca hubiésemos besado a nadie, como si nuestras bocas fueran el cáliz de la vida y no pudiéramos beber suficiente. Fue mágico. ¿Saben? No soy de esos cojonudos que andan por la vida buscando el amor. De hecho soy lo que se conoce como "mujeriego" y no porque piense que las mujeres sólo sirven para el sexo, sino porque jamás había conocido a alguno con la que quisiera estar más de una noche, ¿entienden?. Pero ella, era especial. Tan interesante, tan radiante, tan perfecta.

Hicimos el amor por horas, parecía que nuestros cuerpos complementaban al otro. Nos tocábamos y gritábamos de placer, de felicidad, de amor. La amo, pensé, mientras la embestía como un conejo. La amo totalmente. No necesito conocerla más, es perfecta y la amo. Grité con una fuerza mística. Me vine como si mi esperma fuera el Santo Grial y ella fuera templario, como si mi semen fuera droga y ella una junkie, como si mi venida fuera el último respiro y ella la última nariz. La amé con todas mis fuerzas.

Después de acto tan perfecto. Nos recostamos, juntos, abrazaos nuestros cuerpos desnudos y sin decir nada nos miramos a los ojos, por horas, por semanas, por siglos. ¡No importaba!. Eramos ella y yo, y yo y ella, nadie más. Pasado un rato me invitó a bañarme con ella, pero ya no hicimos nada sexual, simplemente bañamos nuestros cuerpos desnudos. Nos disfrutamos, nos acariciamos.

Cuando ella se secaba con una toalla, volteó a verme a los ojos y me dijo: ¿qué sientes por mi?, sé honesto. Yo tragué saliva, quería decirle que la amaba, que era lo más hermoso de mi vida, que era el ser más exquisito jamás creado, pero no quería asustarla, no quería que se espantara. Aparentemente tardé mucho en contestar, porque ella me dijo - ¡Oye, te estoy hablando! - Siento que eres la mujer más bella que jamás haya pisado la Tierra, dije sin pensarlo dos veces. Cuando terminé de decirlo me quedé parado, quieto, viéndola. Sentí cómo la sangre subía a mi cabeza, seguro que me estaba sonrojando. Ella lo notó, sonrío y dijo: - No temas, culón, yo también siento que eres perfecto para mi. En ese momento todo se puso borroso, menos ella. Era como eso efectos que usan los fotógrafos para enfocar únicamente un objeto y que lo demás aparezca sin forma clara. ¿Entienden?

- Ta parecerá una locura, una locura absoluta, nena. Pero quiero que estemos juntos, siempre.
- Pues me parece muy loco, culón, pero yo me considero más loca que una cabra.
- Eso qué significa, ¿que sí?
- Pues si, barrigón, quiero estar contigo siempre. Aunque parezca jodidamente enfermo. Quiero que seamos dos, contra el mundo; dos locos enfermos, escupiendo las caras de la burguesía; dos bastardos que se aman.- uuppss-
- ooppss ¿qué?
- Dije algo indebido.
- ¿Qué, amar?
- Sí.
- No sabes lo aliviado que me siento. Yo también te amo, con locura.




De esta historia hace ya cinco años. Ahora soy más viejo, panzón y divorciado. ¡Jodido amor!.



No, la verdad es que no. Pero se la creyeron, ¡CULONES! Ahora soy cinco años más feliz, vivo con Fabiola en un apartamento que compramos juntos. Trabajamos juntos, yo soy productor, ella fotógrafa. Y la vida se volvió la más dulce fantasía.

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