jueves, 15 de julio de 2010

Nubes

Llueve como si el mundo se fuera a terminar, el cielo está gris y el cielo transmite furia cuando truenan los rayos a lo alto. Los árboles sienten miedo, todos se refugian del agua. Yo también lo hago, observo todo el espectáculo desde mi ventana, acostado en la cama con la luz apagada. Hoy no importa nada, hoy no quiero moverme.

No es que sea uno de esos existencialistas pesimistas que cree que la vida carezca de sentido, porque, no hay nada que ame más que estar vivo y respirar libremente. No, ese no es el caso. Mi problema tampoco es un cliché amoroso donde pierdo la voluntad debido al golpe narcisista causado del rechazo de una ninfa. Mucho menos un problema familiar. Mi problema es que no tengo problemas, no me quejo de nada y el mundo me rechaza por eso. Parece que para encajar en esta sociedad, es necesario tener el corazón lleno de odio y rencor; el mío está limpio y puro como la mirada de un bebé recién nacido. Y es por eso que el mundo me condena creándome nombres ajenos a mi ser y riéndose de mi 'inocencia'.

La verdad es que no necesito máscaras para ocultar mi esencia, y creo firmemente que soy parte de todo y que, todo a su vez es parte de mi. No hablo mal de nadie, no le causo daño a nadie; amo todo lo que esté vivo.

Pero el mundo material es difícil de ignorar, es muy difícil no verse involucrado en rabietas y depresiones causada, en su mayoría por el poder del dinero y el poder. Me gustaría vivir en un mundo donde lo material (pertenencias, logros, posesiones) pasaran a segundo plano, y lo que importara fuera el amor y la alegría que irradias al mundo, pues creo firmemente que lo que das recibes. Creo en un mundo lleno de hermandad, donde todos se tratan como si fueran familiares cercanos o almas gemelas. Creo en un mundo donde respetamos el planeta que nos acoge y brinda todo lo que necesitamos, donde todos retribuimos lo recibido de manera voluntaria y desinteresada.

Sí, se que el mundo no es así hoy, pero tal vez al leer estas líneas alguien se vea contagiado por el espíritu de la hermandad y provoque una pequeña revolución en su alma, que a su vez, transmita el mensaje a más personas que despertarán el espíritu en sus cuerpos y trabajaran en pos de la vida y no en alianza con la muerte.

Hoy no quiero hacer nada, sólo me interesa ver la lluvia caer por la ventana y otorgarle vida a la naturaleza, pues el agua es el principio de la vida. Hoy no saldré de mi cama.






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