30/07/2010
Y al día siguiente recobré las fuerzas, al menos un poco y me decidí por salir a continuar con la monótona vida que me vi obligado a vivir. Todos los días era lo mismo: despertar, desayunar, ejercicio, trabajo, comida, trabajo y dormir. Así que lo hice, con la efectividad hasta ese entonces acostumbrada, sin novedad alguna. Como siempre en la oficina todos nos sonreíamos con risas hipócritas y odios contenidos. Comí un sandwich carente de sabor y un refresco carente de nutrientes. Llegué a casa, encendí un cigarrillo, apague las luces y puse música a un volumen que lograra inundar la habitación. Mis pensamientos volaron ese día, como el humo que huye de mis labios al fumar.
¿Esto es mi vida?
¿En esto me he convertido?
¿Acaso soy un borrego más?...¿En qué momento perdí mi identidad? Se que solía tener una mente, una voz y un espíritu, más ahora, me veo reducido a cenizas restantes de lo que algún día fue un gran imperio.
Quisiera sonreír por un instante y pretender que todo está bien, que el mundo tiene esperanza, que la gente ama sinceramente, que yo existo y no soy sólo un papel.
Hoy dormiré, con la esperanza de que al abrir los ojos todo será distinto.
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