martes, 21 de junio de 2011

Puta. 1

"Es en la oscuridad de las noches donde se oculta la majestuosidad del placer" - Diablo.



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Otro día más no es motivo de alegría, al menos no para mi. Despertar se ha convertido en la más triste rutina. ¡No le encuentro motivo alguno! abres los ojos, sales de la cama, lavas tu cuerpo, desayunas, sales de casa y ofreces una sonrisa hipócrita al mundo. ¡Qué fastidio! Lo único que apacigua este vacío son los cigarrillos. ¡Oh, dulce placer tortuoso! Sólo cuando el humo baja por mi garganta encuentro placer, y al momento que sale despedido de mis labios y forma figuras celestiales, que me roban la vida y me acercan a la muerte. Pero qué importa. Esto no es vida. 

Son las 10 de la mañana y alguien toca el maldito timbre. Quisiera desconectar esa maldita cosa de una buena vez. Antes de pararme de la cama para averiguar quién toca, observo detenidamente el techo de mi habitación. Es un techo blanco, despintado; tiene manchas de humedad y algunos pensamientos que he escrito en mis noches más tristes. De él cuelga un cable negro que en la punta sostiene una bombilla de 60 watts. Mientras observo inexpresivo, veo cómo una araña patona teje su red en la esquina superior izquierda. Me parece fantástico, artístico. La vida sería más fácil si uno tendiera una trampa y esperara a que cayera la primera víctima. 

- ¿Quién es? - pregunto por el interfón.
- Julia - contesta una dulce voz
- ¿ A quién busca? - interrogo, pensando que tocaron en el timbre equivocado
- Necesito lápices - la dulce voz se torna peligrosa
- Sube - y al momento presiono el botón para que se abra la puerta de entrada

Escucho el caminar de una mujer sofisticada, este tipo de cosas se notan en el ritmo de los pies. Cuando el ruido cesa, abro la puerta del apartamento y miro con gran sorpresa a una bella mujer. Es alta, como de 1.80, delgada, por su apariencia, supuse que tenía unos 23 años. Su piel es blanca, parece europea; sus ojos son grandes y azules; su cabello es negro como mi alma, simplemente hermosa. Venía vestida como si fuera jefa de algún lugar. Saco azul marino, camisa azul cielo y pantalones de mezclilla entallados que realzan sus nalgas. Me mira fijamente a los ojos y pregunta: ¿ Y bien, me puedes ayudar?

A estas alturas me parecería sorprendente que alguno de ustedes no haya sospechado algo sobre los "lápices", ¿por qué alguien habría de ir al departamento de otra persona a pedir lápices? La respuesta es muy sencilla. Yo no vendo lápices, ni plumas, ni gomas, no soy una papelería. "Lápices" es la clave para mota, marigüana, cannabis, ustedes entienden. Una vez aclarado el punto, sigamos.

- Francamente, me sorprende que una mujer como usted acuda a mi por "lápices"
- Bueno, pues, las apariencias engañan, ¿sabes? - contesta con una voz tan suave que me excitó.
- Sí, supongo que tiene razón, adelante. - la invité a pasar mientras traía la mercancía.
- Lindo apartamento- dijo ella.
- ¡Gracias por el cumplido! pero sé que mientes. Esta es una pocilga y lo sé - contesté cínicamente.
- Lo siento, no quería ofenderte, pero en verdad pienso que es lindo tu hogar - mientras decía esto observaba con detenimiento mi sala de estar.

El lugar francamente era una pocilga. Los sillones eran negros, de piel, con miles de pequeñas manchas de comida y uno que otro hoyo provocado por quemaduras de cigarro. La mesita de centro era negra y estaba cubierta de botellas vacías de cerveza y pequeños porros a medio hacer. En la pared atrás del sillón grande, colgaba una réplica de la Noche Estrellada de Van Gogh, eso era lo más bello del lugar. Frente a los sillones en la pared derecha, se erguía con orgullo un enorme librero atiborrado de viejos títulos y algunos juguetes de los simpson. En la segunda repisa del lado izquierdo de abajo hacia arriba, tenía, graciosamente acomodado, un dildo enorme. Siempre me pareció chistoso tener un falo en mi librero. 

Mientras buscaba las bolsas de mariguana intentaba hacer conversación con la bella mujer.

- y dime...¿quién te habló sobre mi?
- Alejandro - contestó fríamente
- ¿Alejandro? pensé que estaba muerto 
- Lo está -
- Entonces ¿hablas con los muertos o qué?
- Claro que no, pero mucho antes de morir me habló de ti y por lo que solía decir, eran muy buenos amigos, ¿no?
- Sí, alguna vez fuimos casi hermanos

Por fin encontré una bolsita llena de mariguana abajo de mi cama, la olí y la limpié un poco para dársela. Me dirigí a la sala de nuevo, no sin antes peinar un poco mi cabello y rociarme un poco de loción. 

- Aquí está lo que necesitas
- ¡Gracias! pero... te tengo una propuesta - dijo con tono intrigante
- ¿Ah sí? ¿Qué propuesta? - la idea de tener sexo con ella cruzó mi mente de inmediato
- Fumémos un porro aquí, ahora mismo. Digo, si quieres. - su voz era tan dulce que me era imposible ocultar mi excitación.
- Me parece perfecto - contesté con sincera alegría. Sólo eso podría animarme un buen porro acompañado de una hermosa mujer.

Antes de sentarme a su lado fui a mi habitación por las bocinas de mi ipod, las coloqué en la mesita negra de centro y puse "I'm so free" de Lou Reed para ambientar la escena.

- ¡Adoro esa canción! - comentó entusiasmada
- ¡En verdad que las apariencias engañan! jamás hubiera imaginado que escucharas ese tipo de música.
- Nunca juzgues a una mujer por su ropa, enfócate en los ojos, es ahí donde puedes descifrar todos los secretos.
- Los tuyos son hermosos - dije, intentando coquetear con ella.
- ¡Gracias! pero dime...¿no crees que Lou Reed es una mezcla entre David Bowie y Bob Dylan?

Así empezó la conversación, discutimos sobre música por horas, y antes de darnos cuenta estábamos ya bebiendo cervezas que tenía en el refrigerador y hablando como si fuéramos amigos de toda la vida. Reíamos y bebíamos en medio de una efervescencia digna de año nuevo. Mientras más pasaba el tiempo, más se acercaban nuestros cuerpos. Yo la deseaba desde el primer momento en que la vi. Ella me coqueteaba de igual manera, acariciaba sus piernas, ella acariciaba mi cuello. Fue la tarde perfecta: música de David Bowie, Lou Reed y los New York Dolls llenando el aire de la habitación, mientras una bella mujer expresaba sus ideas, sueños y opiniones. Cuando hablaba Julia, el mundo entero se detenía para escuchar atentamente sus palabras. Ella se volvió en mi luna, tan magnética e irresistible. La quería, quería hacerla mía.

2...



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