lunes, 11 de octubre de 2010

Porno.

Existen cosas en al vida que ciertas personas se niegan a observar. Este pequeño relato retrata una realidad que para muchos es desagradable, yo pienso que es parte de la sociedad decadente.

Porno.


   Me desperté a las 2 de la tarde. Crudo, afónico, desnudo y solo en mi habitación. Me levanté directo al baño para mear, levanté la taza para no salpicar y lo logré. Regresé a mi habitación, la cual apestaba a tabaco, cerveza y sexo, a pesar de que había despertado solo, tenía la sensación de que anoche me había acostado con alguien. La verdad no logro recordarlo, de hecho no recuerdo lo que pasó ayer.

   Leí un rato a Nietzsche, pero me aburrí, no quería desperdiciar un día encerrado en casa leyendo, así que tomé unos pantalones de niña que estaban en el piso (no estoy seguro si eran míos o no, la verdad no importa), una playera arrugada y me puse mis converse viejos.

   Una vez en la calle, vomité por la repulsión que me causaba el mundo exterior: todos con sus lindas ropas planchadas, cabello engomado y zapatos impecables; sonrisas falsas y pláticas superficiales. Vomité en plena calle, sobre los pies de un "hombre de negocios" que portaba arrogantemente un traje italiano. Lo miré a los ojos y le ofrecí una disculpa. Seguí caminando y a mi alrededor sólo existían personas de plástico, parecían anuncios publicitarios, cada quien vendía una idea, o anunciaba alguna marca, era asqueroso. "Nuevos tenis milagrosos para bajar esos kilos de más", me vale verga, pinche mundo jodido. Pero yo no puedo hablar de eso, no puedo negar que yo no ayudo a mejorarlo. Mi vida se reduce a pedas, tabacos, viejas, libros y cine. Nada más. Tal vez pertenezco a la pinche masa, igual y sólo soy un decadente pretensioso más. Como sea, no importa.

  Les decía, que caminaba por la calle, no dije a donde iba, pero no importa. Decidí mirar mis pies al caminar, porque las caras lánguidas de la muchedumbre me abrumaban en verdad. Lo hice por unos segundos, pero me aburrí. Sí, lo sé patético, ¿no? ¿cómo puedo juzgar mi entorno si no puedo si quiera caminar viendo mis propios pasos? no nos metamos en pedos filosóficos, total, estás leyendo mi historia, lo que quiere decir que probablemente estás igual de jodido que yo.

  Por fin llegué a donde quería: una pequeña cafetería pretensiosa, ubicada en cierta colonia pretensiosa. La verdad es que frecuento ese lugar porque siempre hay buena carne, además llevo bajo mi brazo derecho una copia del último libro de Murakami, lo cual me vuelve interesante, y como no me peino, ni me baño, parezco un bohemio moderno, lo cual hace que las feminas se contoneen a mi alrededor pensando que soy el próximo gran director de cine. Bah, me río en sus caras.

  Ordené un té verde y un muffin de chocolate, me acomodé en mi mejor pose de intelectual, mientras prendía un cigarrillo, y funcionó. Al prender el cigarro una chica se acerco sonriente y me pidió un pitillo, yo le dije que tomara los que quisiera, pero que me dijera su nombre a cambio. Ella rió, tomó un cigarrillo y me dijo: "Me llamo Ana, ¿tú?", me llamo Alex, contesté. Siéntate, Ana, pareces ser una persona interesante y yo estoy ávido de interés por ti. Cotorreamos por un par de horas, hasta que por fin solté la punchline ¿Quieres ir a mi depa y tomamos unas fotos locochonas?. Evidentemente contestó que sí, así que pagué la cuenta y partimos juntos a mi casa.
 
   Rumbo a mi casa, comencé a coquetearle enserio para saber si ella quería lo mismo que yo, y resultó que sí, Tomé su mano, primero, luego la abracé de la cintura y besé su cuello. Ella, por su parte me tomó directamente del trasero, yo, por supuesto no ofrecí ninguna resistencia. Llegamos al edificio, entramos al elevador y empezamos a fajar. Se volvió a abrir la puerta en mi piso y entramos por la puerta. Ella se avalanzó en uno de mis sillones y encendió otro cigarrillo, le ofrecí whiskey en las rocas y bebimos juntos. Fui por mi cámara, preparé las luces para fotografiarla y le pedí que se desnudara, lo hizo sin ningún titubeo. Comencé la sesión pidiéndole que brincara por los sillones, ella brincó hacia mi y caímos al suelo juntos. Sentí el roce de sus senos contra mi pecho y me excité al instante. Hicimos el amor por horas, bebimos y fumamos mota hasta quedarnos dormidos.

  Al día siguiente desperté a la una de la tarde, semidesnudo con una botella de Jack Daniel's a mi lado y unas bragas de mujer. Me levanté directo al baño para orinar. Regresé a mi habitación y recordé el día anterior, así que la busqué por mi casa, pero se había ido, dejó una nota que decía: "Gracias por esta magnífica experiencia", el mensaje estaba escrito sobre su número de celular. Me senté a lleer Nietzsche, todavía en ropa interior y decidí salir por un té...

Aunque parezca anuncio publicitario.

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2 comentarios:

Héctor Sm dijo...

muy buen dia

Anónimo dijo...

suenas a fatalismo pero me gusta la idea metes en la historia, querido Juan Cho mejoras como esctritor camarada, sigue escribiendo!