Se acuesta en la cama, con las luces apagadas y la ventana abierta, para poder ver el cielo y soñar con estrellas. Sus sueños son el único refugio que tiene para escapar de la realidad frígida. Ya no más dice su corazón, ya no más. Y su ritmo cardiaco pierde velocidad, mientras la temperatura de su cuerpo disminuye y sólo piensa en él.
Sus ojos se cierran lentamente como la cortina de un teatro después de una gloriosa presentación... la vida se le va de las manos, escapando suavemente como una leve brisa de viento. Ya no más, piensa; ya no más... y muere en la más dulce agonía.
No hay comentarios:
Publicar un comentario