martes, 22 de febrero de 2011

Sin dirección.1

*NOTA: si pienso dar continuidad a esta historia, así que léanla, irá mejorando o empeorando, ya lo veremos...

Cansado de ser nadie, Román decidió mostrarle al mundo que existía. Encendió un cigarrillo, destapó una botella de alcohol y derramó el líquido en el piso de la habitación. Con la ayuda de un viejo tocadiscos "Love Me Tender" de Elvis, inundó la habitación. Se dejó caer en su cama. Miro el techo por última vez y arrojó el cigarrillo al derrame de alcohol. Mientras las llamas crecían, Román salió de su casa, no sin antes orinar una imagen del papa que su madre le había regalado.

Las llamas parecían garras que destruían completamente su antiguo hogar. Después de cien metros volteó para presenciar tremenda catástrofe. Sólo ahí se dio cuenta de que ya no tenía casa, cosas, dinero, discos, nada. Sólo era él, su talento, su carisma, $20000 en el banco y la suerte. Por primera vez en su vida era libre de todo.

Siguió caminando hasta llegar a un bar. Caminó hasta la barra, se sentó en un banco rojo y pidió al cantinero una cerveza bien fría, la tomó de fondo y echó un vistazo al bar. Ahí encontró a una bella mujer rodeada de varias personas. Parecía diferente, distante de todos los demás. Gracias al valor que le confería la cerveza que acababa de tomar y el hecho de saber que ya no tenía nada que perder, Román se levantó de su silla para ir a hablar con ella. Con paso firme se paró enfrente de la muchedumbre que rodeaba a a la mujer y dijo: "pienso que eres la mujer más hermosa que jamás haya visto y quiero hacerte mía". Todos quedaron en silencio por unos cuantos segundos, como esperando que algo más rompiera el silencio helado que se había formado. Román miraba fijamente los ojos de la mujer, pero ella parecía nerviosa. Después de un largo rato, ella contestó: ¿Y tú quién eres?, a lo que Román contestó: Soy lo mejor que te ha pasado en la vida. Ahora levántate y ven conmigo, no te voy a hacer daño.
- No me preocupa que me hagas daño, sino que yo te haga daño, contestó
-No tengo casa, carro, dinero, ni dios, ¿qué tengo que perder?, replicó Román en tono arrogante
- Está bien, vamos-

Salieron caminando del bar. La noche había caído, pero servía como escenario perfecto para lo que estaba sucediendo.
- Así que... ¿eres el amor de mi vida?- preguntó ella.
- Lo soy, ¿no lo notas?-
- He de confesar que algo me dijo que viniera contigo, no sé que sea, creo que eres magnético-
- Nena, no tienes ni idea-

Rieron por unos momentos, cuando Román la tomó del rostro y la besó. El mundo se detuvo. No había más. Sólo ellos y la luna....

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