lunes, 25 de octubre de 2010

¿De qué sirve la furia si es contenida?


A veces hay que dejar a un lado lo que dicta el cerebro y pertenecer.


viernes, 22 de octubre de 2010

Foto.

Perdido, camino perdido por la ciudad sin rumbo alguno. No quiero llegar a ninguna parte, sólo quiero caminar con la cabeza baja, mirando el piso y dejando el pasado atrás. Pero no es el pasado quien me agobia y me desgarra por dentro, es el presente una horrible pesadilla a la que he caído, y donde todavía no logro ver la salida. No existe luz después del túnel. No existe salida. Enciendo un cigarrillo y me doy cuenta que ya es de noche, ¡pero que bella es la noche!, ¡magnífico disfraz, la oscuridad! Ahí, bajo ese manto esplendoroso no se distinguen caras, no importan las sonrisas falsas, ni las pretensiones. En la oscuridad todo es lo mismo, y la nada lo es todo. Ahí es donde quiero estar, en la nada, porque soy nada. Me gustaría poder llamarme humano, persona o individuo, pero sería un intento fallido para describir mi ser. La historia de la humanidad está llena de perversiones, matanzas, dinero, poder, y nada de eso me interesa. No me interesa el poder. ¿Quién soy yo para postrarme por encima de los demás?

Después de caminar un largo rato, entro en un pequeño bar. Lo primero que noto al entrar es la falsedad en los rostros ajenos, todos ríen, todos hablan, pero nadie dice nada, todos presumen ser algo, todos quieren ser algo. Es como ver en la televisión un programa sobre la vida salvaje, donde los machos y las hembras utilizan sus mejores tácticas para llamar la atención; donde todos están al acecho para asesinar al más débil de los salvajes. Me repugna. Me siento directamente en la barra para evitar ver a la muchedumbre. Pido un whiskey en las rocas y lo saboreo como si fuera la hostia divina, el elixir de la vida que me consederá la vida eterna. Siento cómo recorre mi garganta ese sabor amargo, lo disfruto plenamente.

Una vez, más miro alrededor, nada cambia, son las mismas caras marcadas por la muerte, las mismas risas ahogadas en la miseria. Nada que me impresione. Sigo mirando alrededor, algo en la muchedumbre me provoca morbo. Cuando empiezo a encabronarme, veo una pequeña moneda de oro brillar al fondo del lugar, su cara me parece muy diferente a las demás, ella no oculta nada, pero no muestra mucho. Sus ojos color marrón brillan de una manera peculiar e inocente. Su cuerpo brilla como una estrella en el cielo lleno de oscuridad. Tomo otro trago de mi elixir y me dirijo directamente hacia ella. Cuando llego a dos metros de distancia, noto que en su mesa está sentada una manada de animales repugnantes, quienes voltean, de pronto para preguntarme "¿Qué quieres?". Los ignoro por completo, no me interesa dirigirme a bestias, así que busco la mirada de aquella bella criatura y le pregunto, '¿Te gustaría salir a  fumar un cigarrillo conmigo?' . Ella no contesta, voltea la mirada, da un trago a su bebida y se para sin decirme nada, yo la sigo, como hechizado, se dirige a la puerta del lugar, saca un cigarrillo de su cajetilla dorada y me dice: "¿y bien?, ¿qué tienes que ofrecerme?". Me  impresionó la suavidad  de su arrogancia y por un momento me quedé sin decir nada, hasta que ella levantó la ceja en espera de mi respuesta, y le dije: "Me acerqué a ti, porque tu rostro parece ser real, no usas máscara". Cuando terminé de decirle esto, uno de los cerdos de su mesa salió a buscarla y le pidió que regresara. Al ver el torpe andar de aquél individuo reí para mis adentros. Ella le dijo que regresaría en un minuto, después de que terminara su cigarro. El hombre asintió, dirigió la peor de sus miradas hacia mi persona como amenazándome, yo le sostuve la mirada hasta que entró de nuevo al lugar.

- ¿Cómo te llamas?, pregunté, al tiempo que soltaba una larga bocanada de humo.
- Alejandra, contestó. ¿tú?
- Yo me llamo Héctor.
- Y dime Héctor ¿qué te trae por aquí? no aparentas ser como los hombres que frecuentan este tipo de lugares decadentes.
- La verdad, ni siquiera se cómo llegué aquí, salí a dar un paseo sin rumbo y llegué, estaba apunto de irme del lugar cuando te vi, no pude contener las ganas de acercarme y conocerte.
- ¿Qué viste en mi que te llamó la atención?
- Tu mirada no parece la de una bestia asquerosa, como la del resto de las personas ahí congregadas, pareces ser inteligente, y además, eres muy bella.
- Eres el primer hombre que deja en segundo plano mi atractivo físico. Por lo general todos se acercan a mi diciéndome lo guapa que soy, es repugnante.
- Lo sé, las personas sólo se guían por lo que sus miopes ojos alcanzan a ver, yo en cambio me rijo por mis instintos puros, que desechan lo vulgar,

Apenas terminé de enunciar aquella frase y ella sacó una pluma de su bolso, tomó mi mano para escribir algún garabato, me miró a los ojos por un largo rato sin decir nada y después se fue de nuevo hacia su mesa. Me quedé helado por un instante, leí lo que decía en mi mano, y era exactamente lo que imaginaba: su número telefónico. Tomé mi celular y lo guardé al instante.

Retomé, pues, mi caminata nocturna dirigiéndome a casa. Por un instante había olvidado la insoportable vida que llevaba. Llegué a mi apartamento, me despojé de mis ropas y me acosté desnudo en mi cama. Encendí la televisión para quedarme dormido y recordé su rostro. El simple hecho de memorar su cara me excitó de sobremanera, provocándome una enorme erección, así que me masturbé pensando en su rostro y recordando su delicioso cuerpo.

Al día siguiente, me levanté y olvidé que había dormido desnudo, de manera que, al salir de mi apartamento para recoger el periódico noté que estaba desnudo aún. Un frío aire de invierno me lo recordó. Cuando caminaba de regreso una vecina salía del ascensor y al verme gritó como si jamás en la vida hubiera visto un cuerpo desnudo, maldijo mi persona en repetidas ocasiones, e incluso me llamo inmoral. Yo la ignoré por completo, pues sus palabras me parecieron la más grande estupidez cristiana del mundo. Vomité en sus zapatos, y sin ofrecerle una disculpa, regresé a mi hogar. Cerré la puerta y cociné el desayuno.

Cuando dieron las dos de la tarde, decidí continuar con mi trabajo, tenía que seguir buscando mujeres para que trabajaran como modelos en unas fotos que quería publicar una revista. Así que cogí el teléfono y marqué un par de números sin recibir respuesta. Después de buscar más números de agencias de modelos, pensé en llamar a Alejandra. Tal vez ella estaría dispuesta a hacer el trabajo, estaría dispuesto a pagarle con intereses por su participación. Tomé el teléfono, lo coloqué junto a mi oreja y marqué los dígitos que había escrito en mi mano. No reconocí la voz que contestó la llamada, así que amablemente pedí por Alejandra, recibí una respuesta un tanto extraña: "¿Para qué la quieres?" Jamás había escuchado a alguien enunciar esa pregunta cuando pedía que me comunicaran con alguien. "Sólo quiero ofrecerle un trabajo", contesté. Al minuto escuché su arrogante voz. "Hola", dijo simplemente. "Hola Ale, soy Héctor, ¿me recuerdas?, pregunté. "Claro que te recuerdo, estúpido, apenas en la noche nos conocimos, dime ¿porqué tardaste tanto en hablarme?". Le contesté que no había encontrado ningún pretexto para hacer la llamada, ella contestó: "no necesitas pretexto alguno". Le dije sobre el trabajo, ella dijo que la encontrara en un café a las 4 de la tarde. Quedamos de acuerdo y colgamos.

Inmediatamente encendí la ducha para darme un buen baño de agua tibia, esta ocasión era especial. No se trataba de otra jornada laboral donde fotografiaba chicas sin cerebro para una revista sin contenido. Esta vez tomaría fotos de una mujer tan inteligente, como bella, para una revista de arte y música. Sería  un buen día...

miércoles, 20 de octubre de 2010

Lo mejor que puedes hacer es hacerlo.

Lluvia de ideas sin órden alguno. No hay orden.


Pregúntale al Diablo.




¿Como te gustaría morir?

Feliz, realizado.


La vida es tan mágica y efímera que lo único que se puede hacer es disfrutar cada instante. Si tu propósito es postergar la vida cuida tu cuerpo, tu mente y tu espíritu. Sino, vive rápido y muere joven.



¿Te importaría salir con una chica bisexual?

Creo que las mujeres tienen una tendencia más fuerte hacia la bisexualidad, sólo que pocas lo aceptan. Para contestarte, no, mientras me guste.

Adiós ataduras morales absurdas, Todo ahora, nada para mañana. La vida es hoy.

¿Existe el porno para mujeres? ¿Que lo diferencia?

Buena pregunta. Supongo que sí, aunque el porno realmente está dirigido a los hombres, creo que las mujeres también se pueden excitar al ver secuencias sexuales, ¿no? Por ejemplo, ¿fuiste al cine a ver twilight? Sí.... yo si (jaja) y cada vez que el hombre lobo salía sin camisa, parecía que todas aquellas mocosas mojaban un poco sus pantaletas.

El placer es sinónimo de pureza.


si existe el porno con abuelos, el porno con enanos, etc, puede existir el porno con payasos??? y komo seria eso?

Chistoso, ¿no?
La risa es el alcohol del alma.

"No existen leyes, ni religiones. No existe nada. Sólo tú le das propósito a ti vida"



Mierda. 


Hoy me levanté abrí los ojos y dormí de nuevo. Este mundo no es digno de mi. 

domingo, 17 de octubre de 2010

Humo.

   Fumo un cigarrillo, mientras veo cómo se escapa el humo que sale de mi boca, y que forma figuras que me invitan a crear historias. Veo caras familiares, criaturas monstruosas y fragmentos de mi.




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A cada bocanada siento que se me sale un poco más de vida, pero que más da algún día habré de dormir eternamente.

lunes, 11 de octubre de 2010

Porno.

Existen cosas en al vida que ciertas personas se niegan a observar. Este pequeño relato retrata una realidad que para muchos es desagradable, yo pienso que es parte de la sociedad decadente.

Porno.


   Me desperté a las 2 de la tarde. Crudo, afónico, desnudo y solo en mi habitación. Me levanté directo al baño para mear, levanté la taza para no salpicar y lo logré. Regresé a mi habitación, la cual apestaba a tabaco, cerveza y sexo, a pesar de que había despertado solo, tenía la sensación de que anoche me había acostado con alguien. La verdad no logro recordarlo, de hecho no recuerdo lo que pasó ayer.

   Leí un rato a Nietzsche, pero me aburrí, no quería desperdiciar un día encerrado en casa leyendo, así que tomé unos pantalones de niña que estaban en el piso (no estoy seguro si eran míos o no, la verdad no importa), una playera arrugada y me puse mis converse viejos.

   Una vez en la calle, vomité por la repulsión que me causaba el mundo exterior: todos con sus lindas ropas planchadas, cabello engomado y zapatos impecables; sonrisas falsas y pláticas superficiales. Vomité en plena calle, sobre los pies de un "hombre de negocios" que portaba arrogantemente un traje italiano. Lo miré a los ojos y le ofrecí una disculpa. Seguí caminando y a mi alrededor sólo existían personas de plástico, parecían anuncios publicitarios, cada quien vendía una idea, o anunciaba alguna marca, era asqueroso. "Nuevos tenis milagrosos para bajar esos kilos de más", me vale verga, pinche mundo jodido. Pero yo no puedo hablar de eso, no puedo negar que yo no ayudo a mejorarlo. Mi vida se reduce a pedas, tabacos, viejas, libros y cine. Nada más. Tal vez pertenezco a la pinche masa, igual y sólo soy un decadente pretensioso más. Como sea, no importa.

  Les decía, que caminaba por la calle, no dije a donde iba, pero no importa. Decidí mirar mis pies al caminar, porque las caras lánguidas de la muchedumbre me abrumaban en verdad. Lo hice por unos segundos, pero me aburrí. Sí, lo sé patético, ¿no? ¿cómo puedo juzgar mi entorno si no puedo si quiera caminar viendo mis propios pasos? no nos metamos en pedos filosóficos, total, estás leyendo mi historia, lo que quiere decir que probablemente estás igual de jodido que yo.

  Por fin llegué a donde quería: una pequeña cafetería pretensiosa, ubicada en cierta colonia pretensiosa. La verdad es que frecuento ese lugar porque siempre hay buena carne, además llevo bajo mi brazo derecho una copia del último libro de Murakami, lo cual me vuelve interesante, y como no me peino, ni me baño, parezco un bohemio moderno, lo cual hace que las feminas se contoneen a mi alrededor pensando que soy el próximo gran director de cine. Bah, me río en sus caras.

  Ordené un té verde y un muffin de chocolate, me acomodé en mi mejor pose de intelectual, mientras prendía un cigarrillo, y funcionó. Al prender el cigarro una chica se acerco sonriente y me pidió un pitillo, yo le dije que tomara los que quisiera, pero que me dijera su nombre a cambio. Ella rió, tomó un cigarrillo y me dijo: "Me llamo Ana, ¿tú?", me llamo Alex, contesté. Siéntate, Ana, pareces ser una persona interesante y yo estoy ávido de interés por ti. Cotorreamos por un par de horas, hasta que por fin solté la punchline ¿Quieres ir a mi depa y tomamos unas fotos locochonas?. Evidentemente contestó que sí, así que pagué la cuenta y partimos juntos a mi casa.
 
   Rumbo a mi casa, comencé a coquetearle enserio para saber si ella quería lo mismo que yo, y resultó que sí, Tomé su mano, primero, luego la abracé de la cintura y besé su cuello. Ella, por su parte me tomó directamente del trasero, yo, por supuesto no ofrecí ninguna resistencia. Llegamos al edificio, entramos al elevador y empezamos a fajar. Se volvió a abrir la puerta en mi piso y entramos por la puerta. Ella se avalanzó en uno de mis sillones y encendió otro cigarrillo, le ofrecí whiskey en las rocas y bebimos juntos. Fui por mi cámara, preparé las luces para fotografiarla y le pedí que se desnudara, lo hizo sin ningún titubeo. Comencé la sesión pidiéndole que brincara por los sillones, ella brincó hacia mi y caímos al suelo juntos. Sentí el roce de sus senos contra mi pecho y me excité al instante. Hicimos el amor por horas, bebimos y fumamos mota hasta quedarnos dormidos.

  Al día siguiente desperté a la una de la tarde, semidesnudo con una botella de Jack Daniel's a mi lado y unas bragas de mujer. Me levanté directo al baño para orinar. Regresé a mi habitación y recordé el día anterior, así que la busqué por mi casa, pero se había ido, dejó una nota que decía: "Gracias por esta magnífica experiencia", el mensaje estaba escrito sobre su número de celular. Me senté a lleer Nietzsche, todavía en ropa interior y decidí salir por un té...

Aunque parezca anuncio publicitario.

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domingo, 3 de octubre de 2010

Lento




Escribo esta carta, porque necesito un desahogo de mis penas. Los últimos días se han vuelto una total pesadilla, y siento que ya no puedo más. A cada segundo que pasa puedo sentir cómo se me escapa el alma del cuerpo, de poco en poco. El recuerdo de aquellos días tan mágicos se me borra de la mente, y por más que me aferro al recuerdo, parece que éste huye de mí.
Hace meses que no sé nada de ella, mi amada. Y sé que gran parte de la culpa es mía, fui un cretino. Ojalá el tiempo nos vuelva a reunir, y pueda acariciar su dulce cuerpo una vez más.
Su nombre es Denise, y ha sido la mujer más maravillosa que jamás haya creado Dios. Cuando pienso en sus mágicos ojos castaños, y en su suave piel blanca como las nubes, mi corazón gime de dolor al saber que, tal vez, jamás volveré a ser testigo de tal belleza.
La conocí hace apenas dos años, pero fueron los años más memorables de mi corta vida. Recuerdo perfectamente la primera vez que la vi. Fue en una fiesta en conmemoración por la nueva empresa de mi padre, todos los invitados iban impecablemente vestidos y aseados. Era una total gala. Yo, por mi parte, sólo usaba un traje elegante, mi cabello estaba desaliñado como siempre, razón por la cual mi padre me regañó enérgicamente, y me mandó a peinar. Caminé hacia el baño a regañadientes, y mientras maldecía las órdenes de mi papá, la vi. Parecía un ángel en aquel vestido negro, que hacía perfecto contraste con la blancura de su piel.

                                         
             Quedé como hipnotizado por unos segundos. Juro por mi vida que nunca antes había presenciado tal belleza en un ser humano. Así que, me apresuré al baño para peinar mi cabello, y salí en su búsqueda. Pasó mucho tiempo antes de que la volviera a encontrar, pero cuando la vi de nuevo, mi corazón gritó de alegría. En ese momento lo supe, ella era mi mujer, era ese amor que hace que la vida tenga sentido. Me acerqué tímidamente, y la invité a bailar. Ella, al verme, sonrío y aceptó mi invitación.
Bailamos juntos por horas, mientras nos decíamos bromas al oído y nuestros cuerpos coqueteaban en una hermosa danza de romance. Al terminar la velada, me acerqué a ella, la tomé de la mano y la besé. Ella respondió el beso, y así fue que esa noche se volvió en la mejor experiencia de mi vida. Después del beso, le pedí su teléfono. Cuando la vi partir a su destino, mis ojos lloraban de felicidad.
La llamé al día siguiente sin importar parecer desesperado, simplemente no me podía contener. Contestó su madre el teléfono, pedí por ella y escuché su voz. ¡Ah que dichosos mis oídos, pues sólo ellos conocen la dulzura de esas dulces notas!. La invité a salir y ella dijo que sí.
Fuimos a cenar a un restaurante elegante, y a luz de la vela le dije que se había robado mi corazón, que no podía dejar de pensar en ella. Le propuse mi amor. Ella (gracias al cielo) me correspondió y nos declaramos novios y amantes.
Los dos años que duró nuestro noviazgo, fueron tan maravillosos y felices, como el lector puede imaginarlos. Mis recuerdos de aquellos días están inundados de risas, alegrías y buenos momentos. Pero como todo en la vida, esa felicidad llegó a su fin. ¡Oh qué tonto fui al dejar que se me escapara tan tierna criatura!.
El grave error de mi vida lo cometí en una noche de borrachera desenfrenada. Harto de la ligera rutina a la que había comenzado a caer, decidí salir de fiesta con mis amigos.



            La noche comenzó tranquila, éramos todos buenos amigos. A la fiesta no acudió mi amada, porque, quise disfrutar de un día sin ella. (¡Oh cuánto me arrepiento!) Así que, como era de esperarse mis inhibiciones bajaron a cero, y me sentí libre.
Mientras pasaban las horas, el ambiente de fiesta fue creciendo, así como las botellas de alcohol se fueron consumiendo, y de pronto todos estábamos sumergidos en una profunda borrachera. Y fue ahí cuando una mujer se acercó a mi y comenzamos a conversar. Ella era agradable, pero jamás podría compararse siquiera a mi bello ángel. Las copas se fueron vaciando y la plática comenzó a subir de tono. El coqueteo de fiesta no se hizo esperar, así que nos abrazamos y besamos en las mejillas. Yo sabía que estaba errando, más en esos momentos no me importaba nada. Estaba sumergido en un éxtasis etílico.
De pronto, recuerdo haber subido con ella a una de las habitaciones de la casa donde se llevó a cabo la tertulia. Nos besamos mundanamente y comenzamos a desnudar nuestros cuerpos. Sí, pasó exactamente lo que el lector se imagina. ¡Maldigo esa noche de lujuria!.
Al día siguiente desperté en mi cama sin recordar cómo había llegado ahí. Me dolía la cabeza, mi estómago estaba revuelto y mis labios completamente resecos. Evidentemente sufría de una horrible resaca. Mientras caminaba hacia la cocina para servirme un sal de uvas, recordé mi aventura. El corazón se me detuvo por unos instantes, me sentí mareado y vomité, no a causa de la resaca, sino del asco que provocó en mi recordar esa horrible traición. Me odié completamente, entré en pánico. Arrojé varios vasos a la pared para desahogar mi furia. Lloré descontroladamente por unas horas. Después, más tranquilo medité un rato sobre qué hacer. ¿Debería de decirle? Si lo hacía, tendría que apartarme de su lado, no podría vivir sabiendo que cometí acto tan atroz.



Después de una larga introspección, decidí llamarla para contarle la verdad. La cité en una cafetería cercana a su casa. Ella llegó con su belleza delirante, como era de costumbre. Y yo, yo no pude verla a los ojos. Tomé su mano, la acaricié, como quien sabe que va a perder una mina de oro, con lágrimas en los ojos le relaté mis fechorías. Jamás olvidaré la expresión de dolor en sus ojos. Fue lo más horrible que jamás haya visto.
A diferencia de lo que había previsto, ella me dijo que podía vivir con ello, “fue sólo un error de borrachera, creo que soy capaz de vivir con eso”, me dijo. Pero yo no podía vivir con la culpa. Le dije que lo mejor era que nos separáramos por un tiempo, mientras encontraba auto-perdón por mis errores. Pagué la cuenta y la dejé, la miré de reojo mientras salía del lugar y el mundo perdió color.
Han pasado dos meses ya desde que escuché por última vez su voz. Y todavía no logro olvidar mi pecado. Con estas líneas espero dar alivio a mis penas, para correr a su lado, libre de culpas. Incluso escribí un ligero poema para conmemorar su existencia.
¡Dichoso el momento en que Dios creó su más bella obra!,
¡Los cielos brillaron más que nunca aquél día!
Los ángeles cantaron a coro la más dulce melodía,
Todo el mundo se alegró al verte nacer, ¡oh mi querida!
Miré tus ojos, y nací en ese instante
Supe, pues, que serías mi amada.
Robé de tus labios una dulce sonrisa
Fui el hombre más feliz, y reí, delirante
¡Ojalá que tus ojos jamás lloren, mi vida!
¡Que tu historia sea plena por siempre!
Si eso falla algún día, querida
Prometo sacrificar por ti mi más bello diamante
Mi más grande deseo, cariño
Es verte feliz toda la vida.